Las viñas de la DO Montsant, ocupan tierras situadas a diferentes altitudes, lo que proporciona unos vinos con cuerpo y con una alta graduación.
En la DO Montsant, el paisaje y el vino han ido de la mano a lo largo de los siglos. Las viñas viejas, cuidadas como auténticos tesoros, tienen historia con mayúsculas. Una historia que, con empuje y entusiasmo renovado, camina hacia el futuro. Nacida en el año 2001, la Denominación de Origen Montsant cuenta con una superficie de viña que supera las 1.800 hectáreas y que se extiende por 16 municipios, la mayoría de la comarca del Priorat y algunos de La Ribera d'Ebre. Su territorio está delimitado por un semicírculo de montañas que le confieren una forma singular. El paisaje ha sido entendido siempre por la DO como elemento de identidad y como valor cultural. En una zona eminentemente agrícola, este paisaje forma parte de la riqueza patrimonial que, desde siempre, ha sido considerado uno de los bienes más preciados por los viticultores y bodegas que conforman la DO Montsant. La DO Montsant es un rico mosaico de tierras. Su orografía variada, accidentada y abrupta ha hecho que en esta zona afloren una gran variabilidad de suelos, de origen y composiciones diversas, siendo esta variabilidad geológica uno de sus rasgos más distintivos y que marca las particularidades de la viña, la uva y el vino de la DO Montsant. Esta diversidad geológica hace que la DO se encuentre inmersa en un proyecto de zonificación de la región.
Los vinos generosos son de larga tradición en este territorio. Antiguamente, cuando las bodegas eran familiares, era habitual tener una bota de vino rancio y otra de vino dulce. Actualmente, la elaboración de vinos de licor tradicional está mucho más sistematizada pero sin perder espacio en la totalidad de la producción. Además, dulces, rancios y mistelas han recuperado últimamente su prestigio como producto gourmet.
Los vinos de la DO Montsant son fieles a su origen, resultando unos vinos únicos que hablan de cómo un clima de contrastes, la orografía accidentada, la variabilidad de suelos, las variedades de uva y la mano del hombre influyen para dar vida a unos vinos singulares, con identidad. Los vinos tintos son los más comunes en la DO Montsant. Más del 90% de la producción de uva corresponde a variedades tintas, donde destacan la garnacha y la cariñena por ser las mejor adaptadas a las condiciones de la DO y las que mejor transmiten su identidad. Las dos dan vinos con cuerpo, muy aptos para la crianza. La garnacha tinta tiene un perfil aromático muy sensual, de gran complejidad, y produce unos vinos bien estructurados. Por su parte, la cariñena es aromáticamente muy intensa y produce vinos de grado moderado y con muy buena acidez. En cuanto a los blancos, se elaboran mayoritariamente con las dos variedades tradicionales de la zona: la garnacha blanca, con más cuerpo y estructura, y el macabeo, que da vinos más finos. Ambas se distinguen por la sedosidad, la estructura y los aromas elegantes y sutiles. Los vinos rosados han ganado presencia con los años. Son intensos en nariz y sedosos en boca, y destacan por sus aromas frutados.